La telefonía fija en la actualidad
El teléfono fue un invento revolucionario, y durante más de un siglo se convirtió en la forma de comunicación más generalizada, dejando obsoleto el sistema postal e incluso el telegráfico, que había aparecido pocos años antes. El poder hablar de viva voz entre dos puntos lejanos del planeta como si estuvieras al lado del otro era como magia, aunque pronto se generalizó y acabó siendo un bien de consumo a alcance de todo el mundo.
Y luego, en poco más de una decena de años, ha sido la telefonía fija la que se ha quedado obsoleta. Atrás quedaron conceptos como línea telefónica, PTR, colgar y descolgar, y marcar número; y por supuesto, nuestras recordadas guías telefónicas. De hecho, la gran mayoría de la generación milenials ni siquiera podría reconocer un teléfono fijo, más allá de haberlo visto en fotos o en alguna película o serie de época (sí, para el séptimo arte el pasado siglo ya es historia, así de rápido evolucionamos en la actualidad).
Subirse al carro de la nueva telefonía móvil puede ser complicado si pierdes el ritmo; y si hablamos de tramos de edad, para las personas mayores se ha convertido en toda una odisea eso de hablar por teléfono. Los móviles irrumpieron en las vidas de las abuelos y abuelas para hacerlos temblar, y les era díficil comprender cómo funcionaban esos aparatos que no llevaban cable; ni qué era el PIN, el PUK y la tarjeta SIM. Y aún no se habían acostumbrado a todo esto, cuando los nuevos smartphones irrumpieron en el mercado con sus datos móviles y su tecnología táctil; aunque hay que decir que la gran mayoría se ha adaptado a las nociones más básicas, es seguro que aquello debió costar un gran esfuerzo a todos los que pasaban la línea de los cincuenta, o sesenta como mínimo.
No hay duda de que la tercera edad debe echar de menos la tecnología analógica, y no solo a nivel de telefonía. ¿Recuerdas cuántas veces nuestros abuelos han hablado de aquellos días en los que la televisión solo tenía dos canales? Ahora hay tal cantidad de opciones, que muchos casi volvemos locos el mando a distancia, y aún así, acabamos abonándonos a plataformas de streaming. Pero nuestros padres, y los padres de nuestros padres, pueden que echen de menos esa televisión para jubilados, donde uno no tenía más remedio que ver «lo que echen», y aún así lo disfrutaban.
Es por eso que la tele actual intenta atraer a un público más maduro, incluso, como hemos dicho un poco de coña, que ya hayan llegado a la jubilación. Ese es el público que necesita la tele tradicional, la de formato lineal y gratuita, con su formato de horarios y tramos de publicidad para financiarse; la otra, la preferida por las nuevas generaciones, se trata de descargas de contenido a cualquier hora del día, pagados por tarifa plana y sin anuncios de ningún tipo. Está claro que internet es la clave para la generación más joven, y mucho nos tememos que la televisión tal y como la hemos conocido tenga los días contados.
¿Podrá la tercera edad subirse al carro del contenido en línea? Bueno, hay dos cuestiones a tener en cuenta: los viejos del futuro son los maduros de hoy, que han sido jóvenes ya educado en la cultura digital. Cuando los que ahora somos padres lleguemos a ser abuelos, Internet ya será parte integral de nuestra vida, pues lo hemos mamado desde jovencitos. Que no se diga que las horas de visitar páginas porno no nos han servido de nada, y ahí entra en juego otra segunda cuestión: lo diferente que es la tercera edad de ahora con la de otras generaciones. Si eres aficionado a los videos porno (que seguro que sí), verás qué cantidad de viejas xxx se prestan a protagonizar sexo amateur, sin importar su edad; ver maduras follando tan alegremente, en plan casero o profesional, debe darnos una idea de que ha cambiado la mentalidad de estas ancianas, sin duda nada propensas en convertirse en momias vivientes cuando llega la hora de su jubilación.
No tengas dudas de que dentro de poco, habrá cosas dichas en este artículo que no podrás creer, y que parecerán absurdas. Así que te animo a que ayudes a tus mayores a disfrutar de lo que ofrece todo lo nuevo del mundo en que vivimos; y no te olvides de educarte tú, para cuando te llegue el momento de ser un integrante de la tercera edad.